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El mejor regalo de los Reyes Magos

Mª José de Thovar.Value Kids

"Antes de comprar algo hay que pensar: ¿Qué me pasará si no lo compro? Si la respuesta es: "nada", entonces no lo compres, porque no lo necesitas". WARREN BUFFETT
¿Cómo aplicarlo en nuestra vida? En este breve cuento, introduzco unos números para explicar algunas ideas y consejos para un consumo responsable.

El mejor regalo de los Reyes Magos

Éramos cinco hermanos, muy diferentes. Mi querido hermano mayor Teo, me sacaba casi doce años, yo era la pequeña.

Era una niña muy inquieta, daba saltos, corría continuamente y claro, rompía muchas cosas por no calcular la velocidad de mi “frenada”; es decir, era un trasto.

Con cinco años, me gustaban los días que me obligaban a estar en la cama porque tenía fiebre. Mi madre, la mejor maestra, se sentaba a mi lado y mientras cosía o bordaba me contaba cuentos de aventuras, de hadas, de princesas, de la Luna…conseguía entusiasmarme. Los relataba tan bien que inmediatamente mi imaginación me hacía entrar en el cuento, como un personaje más. Siempre al acabar le rogaba:

- ¡Otro mamá, otro cuento mamá!

- No, ahora tus hermanos me esperan, luego tengo que salir a un recado. Y no, porque me prometiste respetar las cosas de tus hermanos… y te has comido todas sus chocolatinas, ¡por eso “te duele la tripa”! Ahora lee tú estos libros míos, que tanto te gustan; por la tarde me los cuentas tú a mí.

Era verdad, había prometido no comerlo, pero una vez más…caí en la tentación.

En verano nos íbamos de vacaciones a Béjar (Salamanca). Nos juntábamos con unos primos y allí disfrutábamos de pasear por el campo, trepando por barrancos y jugando al escondite entre los árboles. No necesitábamos juguetes, con la imaginación bastaba. Construíamos cabañas con palos y hojas de helechos, entre castaños, que se convertían en un escondite muy misterioso. Dentro nos pasábamos horas hablando. Nos inventamos lenguajes secretos: hablábamos al revés, o usábamos solo una vocal para cada palabra…

Pero siempre tocaba volver a Madrid y al cole. Lo bueno es que se acercaba la Navidad, y la disfrutábamos muchísimo. Adornábamos la casa entre todos con christmas, espumillón y bolas de colores brillantes. Luis, mi segundo hermano, ponía el Belén, con lucecitas de colores y hasta con un río en movimiento, quedaba espectacular. Toda la familia cantábamos muchos villancicos y bailábamos las canciones de moda en la Nochebuena.

No veíamos casi nunca la tele, preferíamos jugar en la calle, en el parque. Si hacía frío jugábamos en casa, con las cartas de la baraja española. Mi abuelo me enseñó unas “señas”, pequeñas trampas para hacer con el compañero… pero nunca conseguí liar a nadie, ¡me pillaban siempre!

Mis amigas del cole escribieron sus cartas a los Reyes Magos para pedir una muñeca que estaba de moda en Madrid. En mi carta yo escribí que me había portado un poquito regular. Mi hermana se había pedido una bici, yo también la deseaba, pero sospechaba que no me la merecía. Rafa, mi tercer hermano, un ciclista asiduo, nos metió las ganas de soñar con tener una. Veíamos que se sentía libre. Aunque como era normal, yo heredaba los juguetes e incluso la ropa de mi hermana, así que tendría que esperar para compartir la que le trajeran a ella.

Mi padre me decía a menudo:

- Tienes que portarte bien, o te traerán carbón. ¡Reflexiona primero!

Entonces yo tenía que especular con el significado de la palabra reflexionar: ¿eso qué es?, ¿eso cómo se hace?... El carbón lo conocía por la caldera de la vivienda, que la rellenaban los carboneros cuando venían con sus camiones. Ellos llevaban unas capuchas de piel, estaban teñidos del polvo negro completamente, ¡lo único que tenían blancos eran los dientes! Yo no paraba de pensar:

- Si los Reyes Magos me traen carbón, seguro que todos me regañarán porque se manchará toda la casa.

A casa llegaban cestas y cajas de regalos repletas de alimentos. Mi madre las compartía con muchas personas, que quedaban muy agradecidas. A nosotros no nos dejaba tocar nada hasta las Nochebuena.

- ¡Ya faltan solo tres días! ¡Qué nervios! - Todo el rato intentaba controlarme, notaba como si me vigilaran, no había que hacer cosas malas, los Reyes Magos estaban mirando continuamente. Saber eso me ponía más excitada, más nerviosa.

Durante el día 5 de enero tuve remordimientos. La incertidumbre se unía a la angustia, me acordaba de dos cosas importantes: ¡Todavía no había hecho los deberes del cole! También pensaba en el cristal gigante del portal, lo había roto hacía dos meses. Fue un cabezazo por salir corriendo, tropecé en las escaleras. El gran agujero quedó a la vista. Durante varias semanas notaba las miradas del portero, los comentarios de los vecinos... Todos susurraban:

- ¡Pero qué bruta!

- No se ha matado por poco.

- Y ahora encima tenemos que pagar un cristal nuevo…

Esa noche me obligaron a acostarme después de ir a ver la cabalgata. Todos me decían:

- Si los Reyes te ven despierta no te dejarán nada.

Los ruidos en las viviendas de los vecinos, estando en la cama a oscuras, me parecían muy fuertes, eran inquietantes. Sospechaba que estaban subiendo los Reyes a nuestro sexto piso por el balcón, así que apretaba mucho los ojos para que me entrara el sueño. Pero notaba los latidos de mi corazón. No podía parar el temblor, el miedo a que me vieran despierta los Reyes me lo impedía. Esa noche me arrepentí, tanto de mis travesuras como de mis justificaciones; mi conciencia me decía que era demasiado tarde.

Cuando toda la familia se levantó nos pusimos en fila para entrar en orden de menor a mayor en el salón a oscuras. Todos estábamos con muchas ganas de abrir nuestros regalos. Se formó un pelotón con empujones y todos gritábamos emocionados. Una vez dentro, alguien acertó a encender la luz y me llevé una gran sorpresa, a la vez que oí el grito de mi hermana:

- ¡Las bicis!

Los Reyes Magos lo son porque nos hacen ser mejores. En ese momento prometí esforzarme mucho, les agradecí que no me vieran “tan bicho” y que comprendieran que iba a esforzarme.

Todavía era de noche, casi madrugada, no me dejaban bajar a la calle. Estaba muy contenta, quería estrenar la bici. Empecé a pedalear por el pasillo a toda mecha, me pegué un fuerte trompazo contra la alacena en la cocina. Alguien suspiró y me ayudó a sacar el manillar clavado en la puerta. ¡Llevaba 3 minutos y ya había destrozado un armario y mi rodilla, tenía otra herida!

1º Consumo responsable: libros, saber reutilizarlos.

Seguro que sabes las ventajas de ir a una biblioteca: tienes acceso a un número ilimitado de libros y otros materiales, la posibilidad de reunirte con amigos y cambiar más libros con ellos y por supuesto puedes acudir a personal capacitado para resolver consultas, que te ayudarán en la búsqueda de información. Si a esto le sumas que te ayudará a ahorrar, sin duda son todo ventajas.

Si te decides a comprar un libro, tienes opciones como adquirirlos con descuento en la Feria del Libro, en días señalados como el día del libro (23 de abril), en los mercadillos de las Parroquias, donde normalmente los venden por menos de la mitad de su precio original, y donde además tu dinero se utilizará para ayudar a personas necesitadas.

Aquí te recomiendo una selección de libros de finanzas, para diferentes edades, varios de ellos con video:

2º Consumo responsable: comida sana y envases

Existe un grupo que aboga por la prohibición de la publicidad de comida rápida a los niños. Ellos explican que la razón es la susceptibilidad y la maleabilidad de la mente de un niño. Cuando compramos comida también es importante valorar los envases, debemos intentar escoger los biodegradables.

3º Consumo responsable: juguetes y lista de deseos

Siempre es recomendable tener una lista de deseos. Nos tenemos que acostumbrar a apuntar en una lista los juguetes o las cosas que queremos. Durante al menos una semana debemos investigar dónde podemos conseguirlos, comparar sus precios, características… Pasado un tiempo, incluso es posible que tachemos de la lista ese capricho, simplemente porque nos demos cuenta de que ya no nos interesa o hayamos encontrado otro más adecuado para nosotros. El objetivo es que aprendamos la importancia del autocontrol y de evitar las compras por impulso.

4º Consumo responsable: la imaginación evita gastos

Actualmente parece que si no vamos a algún centro comercial o de tiendas, con su respectivos gastos innecesarios, no estamos felices. Vivir momentos en casa, en familia, nos ayuda también a no malgastar sin tener necesidad de hacerlo. La tecnología nos facilita recuperar cánticos tradicionales para pasar tiempo cantando y bailando felices en familia. Aquí un ejemplo para la Navidad:

5º Consumo responsable: escoge la publicidad que te sirva.

Sin influencias de los anuncios de la televisión, sin dejarse persuadir, asegúrate de que lo precisas, comprobar precios en varias tiendas. Debemos preguntarnos: ¿qué quiero?, ¿cuánto cuesta?, ¿por qué lo quiero?

Por ejemplo, si hablamos de juguetes, una buena opción siempre son los juegos de mesa. En Value tenemos tres dirigidos a las finanzas, son: Be Value, Play Value y Memory Value.

6º Consumo responsable: ¿por qué tenemos que cuidar el planeta?


Una iniciativa de…
Value Kids es una iniciativa de Value School que siente la necesidad de inculcar y reforzar en nuestros jóvenes hábitos financieros saludables y de consumo responsable
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